A esta altura del año queremos unas vacaciones de nuestra ajetreada vida de adultos...y los que no lo son, también. Las circunstancias económicas-financieras nos agotaron. Las preocupaciones abundan, y que mejor que correr un tupido velo y organizar una escapada para poner un punto y aparte a tanto revuelo.
Una de las primeras cosas que hacemos: agarramos papel y lápiz, la calculadora y el cerebro -que no falte- con el que estrujamos el presupuesto con tal que salgan las cuentas para irnos de vacaciones. Si la posibilidad de tomarnos un respiro no puede ir más allá, siempre estará la cada del pueblo, la zona de playa o la piscina y sino...la bañadera, o como dicen acá la bañera.
Después de mucho navegar por el ciberespacio, encontramos una oferta para viajar en avión, que están a la orden del dia. Maleta, aeropuerto y a disfrutar. Hasta acá una situación común a muchos, aunque este año tal y como está todo, ya veremos.
En cambio para quienes tenemos alguna discapacidad hay alguna que otra dificultad añadida a la hora de organizar nuestras dichosas vacaciones.
Para nosotros es preciso encontrar un lugar accesible en todo sentido: que tenga ascensores, que esté ubicado en un sitio de fácil acceso, que tenga instalaciones adaptadas, y varios etcéteras más. Cuantos tenga: ¿verdad?.
Pero la sorpresa viene a la hora de viajar en avión, cuando elegir asiento no es para todos.
Nosotros no podemos sentarnos del lado del pasillo, y ni que hablar del lado de la puerta de salida. Eso si, la ventanilla es toda nuestra.
Ante esto, muchos pensarán que tenemos las mejores vistas ya que disfrutamos del amanecer, del anochecer, de la llegada a la ciudad, del despegue y como apoya cabeza a la hora de descansar durante el vuelo.
Sin embargo no es por eso que nos ubican del lado de la ventanilla. La razón es porque del lado del pasillo obstruimos la evacuación en caso de una emergencia.
Evidentemente tener una discapacidad devalúa, y está es una demostración.
*Columna emitida en Más que palabras, radio Euskadi 91.7FM, el 21 de julio del 2012
Acabo de leer y retuitear Lapsus interruptus. Es cierto, viaje con una amiga tetrapléjica y que si hay que subir antes, que si hay que bajar los últimos, que a ver donde nos colocan... en fin, creo que habrá que mirar la lectura positiva y pensar que cada vez la accesibilidad está más presente. Pilar
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