Bob. No querías salir sin mi. Te resistirías a ir a la calle. Vos que nunca te resistís a salir, callejero de alma. Sin embargo no querías por nada del mundo. Me miraste esperando que yo agarrase la correa, las muletas o la silla de ruedas,las llaves y saliésemos a pasear. Tuve que obligarte a salir.
Extrañabas el paseo de la mañana, una fiesta para los dos, salimos juntos caminando. A la tardecita no pudo ser. Estaba fatigada del esfuerzo de la mañana, y feliz de compartirlo con vos. Mi fiel compañero.
A la tardecita, me emocionó tu resistencia: no sin vos decía tu mirada. Esperaste en la puerta, te llamaban Sandra y Sergio y vos me esperaste sin moverte, haciendo oídos sordos a las llamadas para que salgas a la calle. Esta vez no querías ir sin mi, y de notaba en tu reacción. Me esperaste pero no pudo ser. Saliste triste, casi obligado, y sin el casi.
Al volver a casa subiste las escaleras como un rayo, la fiesta al verme fue especial, era como si dijeses ¿por qué ahora no?
Te expliqué lo importante que fue haber salido juntos sin la silla de ruedas, como librarme por un momento de las limitaciones, y fue genial. Una bocanada de aire en el desierto de un cuerpo que no funciona a mi ritmo, o al que me gustaría.
Esta mañana me sorprendió, me alegró, lo logramos juntos Bob. Ese momento memorable, que espero seguir compartiendo con las muletas, caminando, o con la silla de ruedas, disfrutando de esas salidas muy nuestras.
Comentarios
Publicar un comentario