en equipo
El conocimiento a través de la experiencia de los pacientes es un valor en alza, sin embargo muchas veces denigrado. Ante un síntoma extraño, poco común, o que pareciera que se quiere desconocer o esconder, los pacientes nos sentimos como si tuviéramos que demostrar que lo que nos pasa es cierto.
Ante esta situación comenzamos un peregrinar por especialidades médicas conocidas, remotas y lejanas. Parece que somos parte d e una batalla de fuerzas, entre quienes deberían darnos respuesta. Sin embargo se dedican por activa y pasiva a derivar el problema de una especialidad a otra. Hasta que finalmente caemos, o más bien somos derivados, al psiquiatra y o psicóloga para que de su veredicto final. Si determinan que lo que nos pasa es cierto, y no nos lo sacamos de la galera, vuelta a recomenzar. En el 80% de los casos derivados al psiquiatra o psicólogo, de acuerdo a sus estadísticas, resulta ser una cuestión médica, no psicológica, y es cuando les dicen a los médicos que hagan su trabajo e investiguen. Ahora si en vez de derivarnos sólo para descartar una causa para la que ellos no buscan respuesta, ¿por qué no incluyen la salud mental en el abordaje multidisciplinario?. Durante estos escollos, la búsqueda, la incertidumbre, el miedo y la desolación, la gente sufre, y es ahí cuando tendría que intervenir un psicólogo. Sin embargo en las distintas áreas de la medicina no consideran la salud mental como una necesidad de ser atendida.
A lo largo de este peregrinaje, sentimos que tenemos que demostrar lo que nos pasa, y más ante quienes muchas veces se creen dueños de la verdad, en vez de atender razones sustentadas, ahi es cuando nos vemos en la encrucijada. La duda corroe.
Pasa el tiempo, y además de avanzar el síntoma, nos sentimos apesadumbrados y librados a nuestra suerte. Es entonces cuando llega un dia, que alguien da en la tecla, o nos escucha, nos tiene en cuenta y lo escribe. Si, porque reconocerlo y dejar constancia en la historia clínica es un requisito para avanzar en cobertura de tratamientos y terapias. Es como un pase free hacia la búsqueda de una solución, mejora, o acompañamiento.
Esas palabras que corroboran el diagnóstico funciona como si nos quitaran un peso de encima, nos libramos del paso de la culpa por sentirnos incomprendidos y desatendidos, periodo en el que nos estamos en medio de una contienda de especialistas cuyo rango prevalece para saber quien tiene razón. En donde la empatía no es un bien que prevalece. Parece que todavía no entendieron que esconder los síntomas, secuelas o avance de una enfermedad no ayuda a nadie, y negarlo tampoco.
¿No les parece que quedó más que demostrado que en medicina 2+2 no es 4, que no es una ciencia exacta? ¿Qué alrededor a las enfermedades queda mucho por descubrir, y más, por ejemplo, en las patologías neurodegenerativas?
Ante esto, quiero destacar que existen médicos, profesionales de la salud, que bregan por el trabajo en equipo, por el abordaje multidisciplinar…por suerte. Profesionales que no se creen más que nadie, ni luchan por imponer su punto de vista, sino que se preocupan y ocupan por los pacientes, por intentar mejorar su calidad de vida, o acompañarlos en el transcurso del periplo de la enfermedad.
Es por ese tipo de profesionales que volvemos a creer en el ser humano, por los que ayudan, los que están a nuestro lado, los que no nos cuestionan por defecto, los que no imponen su criterio sino que están interesados en saber que pasa, que nos pasa, y como pasa.
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