Agradecer mediante un aplauso a las 20 hs desde ventanas y balcones, no hace justicia al esfuerzo titánico que están haciendo. Ver esas caras agotadas por el exceso de trabajo, por los horarios sin fin, sumanda a una cantidad de tareas que se cuatriplican por paciente. No es justo. Agotador cómo mínimo. La vorágine que con ahínco y tenacidad afronta el personal sanitario, de limpieza, auxiliares es admirable. Los ojos hablan por si mismos, tienen vida y sed de salud. Vencer al coronavirus es la meta. Mientras esta lucha se afronta en las distintas áreas de los hospitales, hay un trasfondo del que pocos hablan. La razón por la que hay que cuidarse más que nunca y tomar los recaudos necesarios, y las recomendaciones como obligación. Hay pacientes de muchas patologías que no están siendo atendidos por los nuevos protocolos excepto casos urgentes o prioritarios. Los quirófanos estuvieron más de un mes y medio cerrados, y luego reservados para necesidades presentadas por la pandemia.
Desde hace casi 15 años mi vida cambió, cuando me diagnosticaron Esclerosis Múltiple. Desde ese momento comencé un camino de adaptación, a veces mejor llevado y otras atragantado. Luego de un largo tiempo de cambios abruptos de sensaciones, sentimientos, impotencia e incertidumbre llegó el momento de poder compartir este espacio con todos los que quieran comprender a quienes vivimos con una enfermedad crónica, degenerativa y discapacitante. Empecemos este camino de comprensión y apertura.