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Mostrando entradas de agosto 22, 2010

Resonancia: un viaje al interior

Siempre tuve la curiosidad de saber realmente que había dentro de mi cabeza. Materia gris seguramente, pero tenía una duda casi infantil, hasta que lo ví. El paso previo fue una resonancia de rigor. Antes mi cerebro era todo un misterio. El resonador, un tubo cilíndrico en el que no te podés mover mientras dura la prueba. Solo respirar y tragar saliva (siempre y cuando no tengas que estar sin tragar saliva durante periodos del análisis que parecen interminables). En tanto tu cabeza no para de pensar de todo un poco, y uno intenta relajarse que resulta ser una difícil tarea considerando que los ruidos no se detienen y son ensordecedores. Una amiga me dijo que con cada uno se imagina un animal. Cada sonido parece que tiene vida propia, va por tandas iguales, luego cambia. Un paseo por toda la médula espinal, hasta que llega el momento del cerebro. A veces es con contraste -una inyección extra, todo incluido- como diría el cuento de caperucita "para verte mejor". Y siguen los ru