En Argentina el 31 de diciembre solemos tirar por la ventana los calendarios y agendas. De hecho rompemos las hojas en mil pedacitos, con hechos para recordar y otros para olvidar, mientras anhelamos que el año siguiente sea mejor que este. Quién ve el espectáculo desde las calles es irrepetible, porque parece que estamos festejando el mundial. Es el día que llueven ilusiones sobre el año que comenzará. Es casi una tradición a partir de la cual parece que estamos preparados para disfrutar de lo que nos depara el destino, siempre y cuando esté acorde con nuestras expectativas. El famoso y no siempre bienaventurado balance, llega casi sin avisar, imponiéndose como una consigna cuando el calendario se va acabando e instintivamente miramos atrás para analizar qué se hizo, qué se logró y qué quedó pendiente en los 365 días que pasaron desde el último año nuevo. Durante el 2012 fui enumerando una serie de realidades a mejorar, en un intento de concientizar sobre diversas situaciones
Desde hace casi 15 años mi vida cambió, cuando me diagnosticaron Esclerosis Múltiple. Desde ese momento comencé un camino de adaptación, a veces mejor llevado y otras atragantado. Luego de un largo tiempo de cambios abruptos de sensaciones, sentimientos, impotencia e incertidumbre llegó el momento de poder compartir este espacio con todos los que quieran comprender a quienes vivimos con una enfermedad crónica, degenerativa y discapacitante. Empecemos este camino de comprensión y apertura.