Dos son pareja, tres son multitud

¿Cómo seguir adelante en pareja, siendo dos, con un tercero en discordia: la esclerosis múltiple?. Es complicado porque afecta a ambos. En cuanto se incumbe parece que todo rebalsa y nada se puede contener. Lamentablemente un alto porcentaje de parejas-matrimonios no llegan a buen puerto. La separación pasa a ser un hecho irrefutable e indiscutible. Muchos reclaman su derecho a “vivir de otra manera”. Ante esto nos quedamos impávidos, pero quizás nosotros por lo que nos pasa, tenemos otro punto de vista, otra forma de encarar las cosas, de verlas y afrontarlas. Es ahí cuando entendemos, hacia uno y otro lado, que no es posible ponerse en los pies de otro; porque a cada uno le duele su callo.
Una separación, ruptura, corte y distancia es doloroso de por sí, más allá de la condición de cada uno. Cuando una pareja se rompe, todas las culpas señalan a la enfermedad casi en primera instancia, pero más allá de ella las razones -que son variadas- tanto de uno como del otro están en una situación complicada, tanto en vivir como en entender las condiciones.
Una vez transcurridos semanas, meses o años, y superado el duelo, la rueda vuelve a girar y estar solos no es tan bueno, ni tan lindo, ni tan entretenido. Es hora de compartir nuestra vida con alguien, y es cuando decidimos volver a formar pareja.

En ese instante pensamos en todo lo que significa empezar a construir una relación desde el principio: la búsqueda, y todas las primeras, segundas y sucesivas cosas que vivimos juntos. Ahí es cuando aparece el miedo al rechazo, a la escapada…en estampida.  Es complicado hablar “el mismo idioma” ante distintas realidades y circunstancias (uno de ellos tiene EM).

Mientras sobrevuela el miedo al abandono, a sentirnos solos nuevamente con un equipaje extra, como es la discapacidad, la enfermedad -más allá de como la llevemos- hay cosas que no dependen de nosotros, y como se lo tomará el otro, de qué manera le afectará, no es nuestra responsabilidad. Y en eso, ni siquiera tenemos influencia.