Alquilar más que un metro cuadrado

La mudanza, una acción temida y que demanda mucho esfuerzo variado. Preparar las cajas, bolsas, maletas y tirar lo que nos molesta, lo que no sirve y las cosas que conservamos por las dudas. Da pie a hacer limpieza de todo tipo. No hay que menospreciar el esfuerzo que requiere, que es extra desde todo punto de vista. A mi me llegó el momento. 

Indefectiblemente mientras abocamos días y semanas a levantar un piso, que no es moco de pavo, rememoramos momentos, recuerdos que se entremezclan con todo lo que el cambio trae aparejado. En general trae consigo cosas nuevas, aunque a veces nos resistimos a afrontar este paso.

Pero fue necesario buscar piso, fundamental diría yo. Todo un trabajo, que provocó un desgaste descomunal, por las condiciones mías en particular, y las del mercado en general. Era como transitar por fuerzas enfrentadas.

Necesitaba que el edificio fuera accesible porque camino con muletas -lo que resultó casi una utopía- o por lo menos que estuviera preparado para contemplar las necesidades que puedan surgir eliminando ciertas barreras arquitectónicas a las que nos enfrentamos a diario.

Ahí vino mi asombro. Primero con las inmobiliarias que visité personalmente, ergo me vieron caminar con muletas y por comentarios saben que tengo esclerosis, eso quiere decir que mis accesorios no son temporales (en principio).

Por más que recalqué mis condiciones, entre otras cosas porque sino perdía tiempo y energía -ambos bienes escasos- descubrí que cada uno va a lo suyo. Fueron innumerables las ofertas que me presentaron lejos del metro, o pisos sin ascensor, o con 9 escalones hasta llegar al ascensor y sin rampa.

Llegué a pensar que hablaba otro idioma, porque quiero considerar que mi argentino españolizado después de 14 años en el País Vasco se entiende. Aunque si a las pruebas me remito, pareciera que hablo en una lengua nunca oida, o resulta que cada uno va a su bola que es lo más probable.

Y ni que hablar que tuviera ducha en vez de bañera, un imposible teniendo en cuenta que necesito un departamento con dos dormitorios y en general tienen un solo baño, y con bañadera. Ducharme va a ser otro cantar, más que ducharme entrar a la bañera.

Después de mucho trajinar, recordar mis necesidades y los requisitos llegó el piso, que si bien tiene al entrar 7 escalones, posee las plataformas eléctricas para sortear el acceso. Y ahora que estoy escribiendo este post me estoy dando cuenta que no consideré el tamaño del ascensor en caso de tener que usar silla de ruedas (toco madera). Y está cerca del metro, a 4 calles.

Descubrimiento. Lo más lamentable de todo esto, que más allá de viviendas nuevas o viejas la mayoría no contempla la diversidad ni la autonomia, quien más quien menos, tienen mínimo 3 escalones en medio de la entrada, o cerca del ascensor. Por si no se dieron cuenta son obstáculos para personas que tenemos problemas de movilidad o sensibilidad motora.

Queda reflejado que nuestra independencia siempre está en tela de juicio y a merced del “no me di cuenta” de los demás.