Nunca pensé que diría esto, por eso la frase "nunca digas nunca". Después de aplicarme la inyección del Copaxone, como todos los dias, me dolió una vez más, me provocó picazón, dolor durante un rato largo, hinchazón y moretón. Y, tal vez sin creerlo ni yo misma, me encontré cavilando la posibilidad de dejar de inyectarme y de pedirle al neurólogo un tratamiento para la esclerosis múltiple en pastilla.
Me extrañó, ya que desde hace 6 años estoy siguiendo distintos tratamientos -probé con 9- y desde hace 5 meses volví a repetir con el Copaxone, ante la inexistencia por ahora de uno que pueda utilizar.
Cómo ya los probé todos - los habidos y por haber- dieron más o menos dolores de cabeza ante la ineficacia, dejaron secuelas del propio medicamento lo que generó la suspensión, o por la aparición de brotes que aclamaron un cambio.
La cuestión es que pensé e hice una bandera con el hecho que a mi las jeringas no me provocaban ningún resquemor, es más, no me molestaba. Análisis de sangre, aplicación de contraste, punciones, tratamientos inyectables, etc, etc.
Sin ser consciente o esconderme detrás de "es lo que debo hacer" o el famoso "es lo que hay" era perseverante en aguantar pinchazos de todo calibre: intravenosos, intramusculares, de los comunes, de todo tipo, aguja y grosor. Mientras tanto no me daba cuenta que "estaba poniendo el cuerpo". ¿Me estaba resistiendo a no sentir?
Hoy me cansé. Dije basta. Me pudrí; eso si, por unos 10 minutos. Está claro que había llegado el momento del pataleo.
Después de unos minutos de resistencia, volví a la realidad, a que el Copaxone es la barrera por ahora, ante la aparición de un brote o una recaída. Porque no hay otra cosa, hasta que aprueben los nuevos tratamientos.
Me extrañó, ya que desde hace 6 años estoy siguiendo distintos tratamientos -probé con 9- y desde hace 5 meses volví a repetir con el Copaxone, ante la inexistencia por ahora de uno que pueda utilizar.
Cómo ya los probé todos - los habidos y por haber- dieron más o menos dolores de cabeza ante la ineficacia, dejaron secuelas del propio medicamento lo que generó la suspensión, o por la aparición de brotes que aclamaron un cambio.
La cuestión es que pensé e hice una bandera con el hecho que a mi las jeringas no me provocaban ningún resquemor, es más, no me molestaba. Análisis de sangre, aplicación de contraste, punciones, tratamientos inyectables, etc, etc.
Sin ser consciente o esconderme detrás de "es lo que debo hacer" o el famoso "es lo que hay" era perseverante en aguantar pinchazos de todo calibre: intravenosos, intramusculares, de los comunes, de todo tipo, aguja y grosor. Mientras tanto no me daba cuenta que "estaba poniendo el cuerpo". ¿Me estaba resistiendo a no sentir?
Hoy me cansé. Dije basta. Me pudrí; eso si, por unos 10 minutos. Está claro que había llegado el momento del pataleo.
Después de unos minutos de resistencia, volví a la realidad, a que el Copaxone es la barrera por ahora, ante la aparición de un brote o una recaída. Porque no hay otra cosa, hasta que aprueben los nuevos tratamientos.
Yo que llevo sólo un mes pinchándome chabiendo tenido un único primer brote sin secuelas me lo pregunto todos los días.
ResponderEliminarPues a mi el Copaxone casi acabó conmigo. Me provocó urticaria crónica, me destrozó el hígado y no podía ni andar de la fatiga tan enorme. Los médicos negaban que fuera el medicamento así que renuncié a él después de un infierno de año y al final lo admitieron. Desde que no me medico estoy mejor. No quiero decir que no te mediques sólo que vigila con el Copaxone.
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