El viernes viví un choque de sensaciones. Un episodio sobre la silla de ruedas que me provocó sentimientos encontrados. Lo primero que hice ante la llegada de mi silla de ruedas eléctrica gracias a la Diputación Foral de Bizkaia, fue devolver la silla eléctrica de la Asociación de Esclerosis Múltiple ADEMBI, que alquilé por un precio irrisorio, y fue un gran apoyo durante casi un año como resultado de la afectación respiratoria de la EM.
La silla de ruedas fue más que un producto ortoprotésicos, fue un servicio incalculable, una herramienta que me permitió mejorar mi calidad de vida, aumentar mi movilidad y permitió trasladarme de un lugar a otro. Una solución que hizo mi vida más llevadera.
Al devolverla sentí agradecimiento y alivio. Negué durante un rato que era una separación momentánea y que los síntomas que me llevaron a tener que usarla, mi condición respiratoria deteriorada, sigue acechándome.
De ADEMBI fui en taxi acompañada por mis muletas, al consulado italiano a buscar el pasaporte renovado. A lo largo de ese trámite me sentí como un “antes” que tampoco era bueno, pero menos por asi decirlo, aparatoso.
Durante algo más de una calle sólo éramos mis muletas y yo, fue un momento que de alguna manera sentí que la EM había vuelto a una época que aunque los brotes estuvieron acechándome estuve menos afectada que desde hace un año.
Me costó entrar, había llegado el momento de buscar la silla de ruedas eléctrica nueva a la ortopedia. Al ver la silla, la ambivalencia se apoderó de mi. Por un lado estaba contenta por tener la posibilidad de tener una silla de ruedas eléctrica que necesito para mi, y por el otro bronca por tener que seguir “dependiendo” de ella para trasladarme todo lo que exceda una o dos cuadras (calles) que es la distancia que puedo hacer de manera autónoma con las muletas, las mismas que me acompañan hace 10 años.
Ese viernes viví una mezcla de sensaciones contrapuestas, agradecimiento, y bronca.
Y hoy, el dia del Mójate por la EM - Busti Zaitez vuelvo a sentir ese malestar, enojo por tener que ir en la silla de ruedas, dejando en evidencia que la EM sigue campando a sus anchas por mi cuerpo.
Nadie se resigna ni se acomoda usar una silla de ruedas, pero aprendemos a convivir con ella, por que más allá de las circunstancias seguimos ADELANTE.
E mi caso (EMPP), lo más penoso es cuando ya no pude sostenerme de pie y se acabaron para mí los viajes de avión. Desde el año 2013 ya preciso grúa para traslados. Si te sirve de algo te diré, que mientras puedas sostenerte de pie, VUELA.
ResponderEliminarC.R.
Un abrazo